La participación de las mujeres en el mercado laboral ha tenido un crecimiento mayor acelerado que el de los hombres; sin embargo, el trabajo fuera del hogar no ha contribuido a cambios en los roles de género respecto a la división sexual del trabajo doméstico.
Aunque la desocupación femenina continúa con más altos niveles que la masculina, de acuerdo al Banco Central en el año 2011 fue de 21.5% respecto a un 10.1% respectivamente, el crecimiento femenino en el mercado laboral ha tenido mayor progreso que el de los hombres. Entre el año 2000 y el 2009 este fue de 2.2% para las mujeres frente a 1.8% de los hombres.
La formación académica tanto en el ámbito formal como en el informal ha contribuido sustancialmente a este crecimiento. Pero un elemento indiscutible a destacar lo constituye el 5.6% de la población económicamente activa dedicada a trabajos domésticos, de los cuales 96.5% son mujeres.
Si bien la incorporación de las mujeres al mercado laboral contribuye a su empoderamiento económico, esta inclusión no ha cambiado los roles tradicionales de género respecto a la distribución sexual del trabajo doméstico. Las mujeres continúan haciendo lo mismo y los hombres no asumen aun la responsabilidad compartida de los trabajos del hogar. Lo que influye de manera considerable en el constante cansancio que padecen las mujeres por las largas horas de trabajo que tienen que dedicar al remunerado y dentro de la casa, además de los fines de semana.
La responsabilidad de su ejecución ha sido sustituida por otra mujer, quien recibe una remuneración económica por su labor, pero no cuenta con las necesarias condiciones laborales justas, pues a nivel legal solo tiene garantizado el salario de navidad, dos semanas de vacaciones al año, sin el aumento proporcional al número de años, tampoco seguro médico ni seguridad social.
Ambas como mujeres confrontan obstáculos para la conciliación de la vida laboral, familiar y personal. Estudios realizados en la región latinoamericana dan cuenta del número desigual de horas de ocio y descanso que disfrutan los hombres y las mujeres. Los primeros tienen tiempo para ver los juegos de fútbol o deporte favorito o compartir con amigos, como aporte de trabajo al hogar realizan la limpieza del vehículo o votar basura, tareas puntuales no vinculadas a los cuidados del hogar como alimentar, atender personas o niños/as enfermos/as, entre otras.
Pese a los obstáculos sociales que confrontan, las mujeres han logrado ncorporarse de manera gradual a las diferentes áreas sociales, políticas y económicas, con desigualdad de oportunidades que los hombres. El trabajo de cuidos en el hogar ha sido sustituido por otras mujeres que continúan realizando las tareas tradicionales que por siglos han correspondido al sexo femenino. Como sociedad, en especial la nuestra, porque en otras ha habido importantes avances, no hemos desarrollado aun mecanismos efectivos para lograr una participación equilibrada de corresponsabilidad, justa y equitativa que pueda conciliar el disfrute de una vida plena con calidad en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres.
